Tras un accidente de coche que le arrebató a su amada novia, Wu Chen compró una muñeca sexual, Qingqing, para sanar su corazón. Sin embargo, nunca imaginó que bajo su tierna y adorable apariencia, solo se escondía frialdad implacable… La sangre goteaba de la punta de su cuchillo, pero Qingqing sonrió con inocencia: «Ah chen, vamos a estar juntos para siempre».
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